Solidaridad suena mucho mejor que caridad. Y en realidad es exactamente así.
Os voy a contar cómo ha sido mi experiencia personal en el mundo solidario y de qué manera he evolucionado con mi empresa desde la Responsabilidad social CORPORATIVA a la responsabilidad social EMOCIONAL.
Soy el fundador de Traycco, una compañía bastante importante en el sector del marketing directo que creé cuando tenía 17 años y siempre he pensado que debía devolver a la vida todo lo bueno que me ella me había facilitado, especialmente en el progreso de mi empresa. Desde siempre habíamos sido socios de múltiples ONG , pero hubo un momento en que me di cuenta de que lo único que hacíamos era aportar dinero a causas muy bonitas. Cada año pasaban el recibo por el banco. Un acto generoso, sí, pero a mi modo de ver era insuficiente, yo no sabía qué persona recibía nuestra ayuda o qué aportaba exactamente nuestro granito de area. Aquello no me dejaba para nada satisfecho.
Todo cambió un día en que Mónica, mi esposa, me dijo: ¿nos vamos a hacer un voluntariado a la India? A pesar de que no estaba en mi radar implicarme de ese modo , dije ¡SÍ! y así me encontré a las pocas semanas en una de las casas de la madre Teresa en la ciudad de Calcula, alimentando a niños von parálisis cerebral. Lo cierto es que recuerdo entrar la primera vez en la cocina y ver todos aquellos ojitos mirándome desde sus sillitas, y pensar para mis adentros; uff… no se si seré capaz de hacerlo. Tenía un nudo en la garganta. Al cabo de unas pocas horas ya me encontraba jugando y riendo con ellos y eso me hizo sentirme tremendamente útil en sus vidas. Eso sí era solidaridad para mi. Eso sí me llenaba por completo, así que decidí dar un giro con los proyectos sociales que apoyaba hasta entonces y me dediqué a financiar causas en todo el mundo donde hubiese , además de dinero, una conexión directa entre mi empresa y las personas ayudadas.
Eso me llevó a una ONG muy pequeña, llamada Amantaní, en Cusco, Perú , que necesitaba financiación urgente para sus “hogares». Tienen varias casas con niños acogidos entre los 5 y los 18 años. Yo me comprometí a correr con todos los gastos de una de aquellas viviendas, la casa del rio, a cambio de que una vez por semana , mi empleados y yo mismo , pudiésemos charlar por videoconferencia con los niños a los que ayudábamos durante 20 minutos semanales. La idea les sorprendió, pero aceptaron más por necesidad que por convencimiento. No estaban acostumbrados a ese tipo de propuestas. Allí empezó una relación humana espectacular que se mantiene aún y ya ha recorrido 8 años. Es un proyecto maravilloso. Cubrimos todos los gastos ( escolares, cuidadoras, ropa, comida..) y cada semana vemos crecer a estos chicos y chicas, lo cual nos enorgullece, a la vez que nos hace sentir tremendamente útiles. Nuestra gotita de agua ayuda a cambiar el mundo. La química y las risas que se generan en cada vídeo entre la casa del río y nuestro equipo son algo maravilloso.
Otro proyecto precioso, fue el que me llegó para ayudar a refugiados sirios e iraquíes en Grecia. Nos pidieron desde la ONG Un Gest de Calor financiar el envío de 5000 chaquetas polares para paliar el duro invierno en los campos de refugiados de Tesalónica, Grecia. Aceptamos pagarlo todo si éramos nosotros, mi staff en Traycco, los que hacíamos la entrega directamente en los campos a las personas refugiadas. Para muchos de mis empleados fue la primera vez que se topaban con un refugiado y la química que logramos con aquellas personas fue algo que ninguno de ellos ha olvidado aún.
Seguimos con ese espíritu solidario colaborando con proyectos en El Sáhara o en Afganistán, pero siempre buscando tener una conexión humana con la Causa ayudada. Creo que todas las empresas deberían enfocar sus políticas de RSC en esta línea porque ,además, es una manera tremenda de crear equipo y retener talento en una empresa. Es el “team building” mas potente que conozco.
Y es que de lo que se trata al final es de añadir, que no sustituir , el corazón al dinero.
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