Siempre había querido ser madre joven. Al año y medio de casarme me quedé embarazada y fue mi mayor alegría. Pasé un embarazo muy bueno sin ningún contratiempo. Llegó la hora del parto y todo parecía ir bien pero, en un momento dado, el Doctor decidió que tenía que usar los fórceps y ahí empezó todo. A causa de los fórceps, Jordi nació con un hematoma en el lado izquierdo de la cabeza. Nos dijeron que era por donde estaba coronado y que no tenía importancia pero, a los tres días, a la hora de tomar el pecho por la mañana, Jordi no despertaba, estaba en coma. Lo llevaron a la Vall d’Hebron y le operaron de urgencia pues tenía un hematoma subdural, es decir, una hemorragia cerebral. No tenía ni idea de qué era eso. Había imaginado muchas cosas que podían pasar pero eso jamás se me había pasado por la cabeza. Nos dijeron que, si salía con vida de la operación, sería un vegetal.
El mundo se vino abajo, pero enseguida pensé que no podía hundirme, que tenía que ser fuerte. Si yo estaba triste, él también lo estaría. No podía hundirme y lo afronté. Jordi estaba aquí y era lo primero, tenía que ser un niño feliz.
Durante dos semanas no supimos si Jordi lo iba a superar. Pero a partir de ahí fue saliendo hacia delante. .
Jordi ha sido un campeón toda su vida y lo sigue siendo, nos ha dado muchas lecciones de vida.
Después de un mes en el hospital, Jordi no conseguía ganar peso, por lo que los médicos nos recomendaron que lo lleváramos a casa para ver si así conseguía comer y a engordar, aunque eso implicara tener que ir todos los días al hospital. Cuando llegamos a casa me senté al lado de la cuna y pensé que no volvería a dormir nunca más, pero volví a dormir. Jordi empezó a ganar peso y en una semana engordó 500gr. Estaba claro que nuestro hijo necesitaba estar en casa, con sus padres.
Desde ese momento, nuestra vida ha ido alrededor de la suya, peleando desde el primer día, para que saliera a delante .
A los siete años, llegó su hermanito, Eduard. Con él fue totalmente diferente. A diferencia de Jordi, él aprendía de forma natural y instintiva. Con Jordi en cambio, todo aprendizaje suponía más esfuerzo, la tarea más simple suponía el doble de esfuerzo.
A los tres años, Jordi empezó parvulario en un centro de parálisis cerebral, en el que siguió hasta los 20 años. A partir de allí, empezó en otro centro de terapia ocupacional. Hoy, a sus 41 años, saber leer, escribir, sumar y restar y tiene una memoria infalible. Sigue siendo nuestro motor.
Ahora es feliz y nos da lecciones de vida.
Como ha dicho un buen amigo nuestro, al que queremos mucho:
JORDI ES MESSI
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